sábado, 28 de agosto de 2010

EL VOCABULARIO DE MAMÁ

En casa usábamos palabras, expresiones y extranjerismos raros. Aunque el único leído de la familia era papá, mamá tenía la costumbre de retener en la memoria vocablos extraños que escuchaba por ahí e incorporaba de inmediato a su vocabulario. Lo llamativo era que mamá desonocía por completo el significado de dichas palabras pero dotada de una intuición poderosa, las acomodaba a la perfección en el interior de sus oraciones.
Mi infancia se vió nutrida de esta clase de palabras y expresiones y sobretodo de esta angurrienta costumbre de acumular palabras.
Cornucopia, opíparo, cintura divito, babé, canicular, jastial, sílfide, tísico, heliotropo. Bonvivant, blef, almácigo, gestroemia, misansen, parecía una cornucopia. El vestido de Martita era ampuloso, tu tío Roberto es un sibarita.
Mi artificioso vocabulario crecía y crecía cada día. Con él hablaba con mis amigas del colegio, con mis hermanos y con las visitas.
Siendo un poco más curiosa, pudorosa y responsable que mi madre,  antes de estrenar un vocablo yo le preguntaba  qué quería decir.
Mamá decía... 
- Ay, por dios! Qué calor canicular!
  Y yo le pregunataba...
- Qué quiere decir canicular, mamá?
  Y mamá me respondía...
-  Canicular? Que viene de la canícula, chiquita.
Las definiciones de mamá me ayudaban poco y nada a entender el misterioso término que se posaba en mis oídos. Tanto como a Amundsen le hubiera servido un “por allá” para orientarse en el polo norte, las explicaciones de mamá no me ayudaban a navegar en el mar de las palabras. Entonces, como ella, me dejaba llevar por el viento de mi intuición para poder utilizar mi nueva adquisición en la siguiente oportunidad que se presentase.
Situación: El restaurante. Plato elegido: un omelette. Palabra nueva: babé
_ Qué va a pedir la señorita?
- Un omelette de jamón y queso...babé, por favor. Y el mozo sorprendido por la descripción de mi pedido, me entendía y me traía el omelette como a mi me gustaba. Y era así que yo comprobaba que mi intuición no había fallado. La palabra babé ya era mía.
Creyendo lucirme en mis clases de lengua y ciencias sociales también incluía este tipo de expresiones en mis frases y composiciones. Pero en el colegio nada resultaba como lo esperaba. Ninguna maestra me felicitaba ni me acariciaba la cabeza al leer mis escritos. Todo lo contrario.  Mi estrafalario vocabulario me traía problemas. Generaba perspicacias, resistencias y hasta extrañas conclusiones acerca de  mi persona.  
TAREA PARA EL HOGAR:
Escriba cinco oraciones  libres utilzando al menos un adjetivo por oración.
Yo disfrutaba muchísimo de este tipo de tareas. Y me sentaba en el comedor diario con toda mi inocencia a esperar que la inspiración me dictase las extrañas oraciones que luego transcribía en mi cuaderno Lancero...

1. Los niños descansan bajo el sauce eléctrico después de un
  opíparo brunch.

2. Al notar que los pantalones ya le quedaban cortos, la madre exclamó:
   ¡Ay, hija! Estás hecha un jastial.

3. Olivia organizó la frutas en el bowl cual cornucopia.

4. Optaron por no salir a juntar totoras ya que el calor del  mediodía era canicular.

Diana, mi maestra de lengua, sospechaba de mi vocabulario. Sospechaba de mí. Supongo que era porque le molestaban los chicos rebuscados y yo creo mi manera de hablar y de escribir le generaba desconfianza y hacía que  encajara dentro de  esa categoría. Un día la escuché cuchicheando con Amanda, la de matemática, mientras corregían los cuadernos a la hora del recreo:

- Clemencia escribe raro, ¿viste?.  Escuchá lo que puso en esta oración:


"Disfrazada de Carmen Miranda, la niña  bebió el agua helada
 del aguamanil sin saber que su madrastra la había envenenado minutos antes con ácido muriático."


- Y bueno, qué querés? Con el nombre que tiene, pobre chica, contestó Amanda.

Hoy la entiendo a Amanda. A mi también me molestan los chicos rebuscados. Son como elfos amenazantes y peligrosos que ven cosas que los adultos dejaron de entender hace tiempo. Mucho más aún si sus nombres los acusan de  las virtudes que carecen.

2 comentarios:

  1. ¡Ja, ja, ja! ¡Espectacular! (F. L. Veuthey, Holanda)

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  2. ja ja
    no te conozco pero ansio hacerlo el miercoles me haces morir de risa, me haces sentir que mis sesiones de terapia x mi madre son superables!! ja ja
    vero pasman

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