jueves, 2 de septiembre de 2010

Y SI NO DESCENDÍA DE MAMÁ...DE DÓNDE DESCENDÍA YO?

Las diferencias entre mamá y yo durante mi adolescencia se hicieron tan visibles como mis granos. Y entre los catorce y los dieciséis años llegué a tener serias dudas acerca de mi origen. Cualquiera hubiera pensado cosas al estilo de…soy adoptada o me deben haber dejado adentro de en una canasta en la puerta…pero no. Además, si me hubiesen dejado en la puerta  mamá seguro que hubiese agarrado la canasta y la hubiese llevado hasta lo Marta, nuestra indeseable vecina. Yo supuse otra cosa, algo más descabellada. Supuse que era de otro planeta. Sí. Así de estúpido como suena.
Por las noches me paraba en medio del jardín con los brazos extendidos y los ojos entrecerrados... intentando establecer alguna comunicación con mis verdaderos progenitores: los extraterrestres. No encontraba ninguna otra explicación a las insalvables diferencias entre mamá y yo.
¿Cómo era posible? Si ésta era mi madre y me trataba como a un ser de otra especie, la única respuesta entonces era que yo efectivamente pertenecía a otra especie. Y, como en el cuento infantil del patito feo, todo el malestar por mí padecido hasta el momento, se debía a un simple aunque espeluznante...error. También podía ser que fuera producto de algún extraño experimento o quizás un método para imponerme alguna clase de penitencia. Por eso  estos seres habían decidido depositarme en este bendito planeta y, de todas las madres, habían elegido a ésta a modo de castigo.
Al menos dos veces por semana repetía el rito en el medio del jardín. Brazos extendidos y ojos entrecerrados. Palabras de contacto que no recuerdo, pero que supongo imitarían a la famosa frase...Mork llamando a Ork, de la serie televisiva Mork y Mindy!
Lo cierto es que mis parientes extra planetarios  nunca vinieron a buscarme. Yo les pedía perdón por las dudas. Por cualquier daño o situación que por mi culpa se hubiese suscitado.
Hasta el día de hoy no he recibido respuesta alguna de ningún planeta aledaño.  
Por lo que mamá sigue siendo mi origen  y la sensación de extrañeza, aún perdura.


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